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Procedimiento de una Hemodiálisis

Procedimiento de una Hemodiálisis

Durante los tratamientos, te sientas o reclinas en una silla mientras tu sangre fluye a través del dializador, un filtro que actúa como un riñón artificial para limpiar tu sangre. Puedes usar el tiempo para mirar televisión o una película, leer, tomar una siesta o quizás hablar con tus «vecinos» en el centro. Si recibes hemodiálisis a la noche, puedes dormir durante el procedimiento.

  • Preparación. Se verifican tu peso, presión arterial, pulso y temperatura. Se limpia la piel que reviste el sitio de acceso, el punto donde la sangre sale y luego vuelve a ingresar a tu cuerpo durante el tratamiento.
  • Inicio. Durante la hemodiálisis, se insertan dos agujas en tu brazo a través del sitio de acceso y se pegan con cinta en el lugar para mantenerlas firmes. Cada aguja se une a un tubo de plástico flexible que se conecta a un dializador. A través de un tubo, el dializador filtra tu sangre en algunas onzas (gramos) por vez, y permite que los desechos y líquidos extras pasen de tu sangre a un líquido de limpieza llamado «dializado». La sangre filtrada regresa a tu cuerpo a través del segundo tubo.
  • Síntomas. Puedes tener náuseas y cólicos abdominales a medida que el exceso de líquido se extrae de tu cuerpo, especialmente si haces diálisis únicamente tres veces a la semana en lugar de hacerlo con mayor frecuencia. Si estás incómodo durante el procedimiento, pregunta a tu equipo de atención acerca de cómo minimizar los efectos secundarios mediante el ajuste de la velocidad de la hemodiálisis, de tus medicamentos o de los líquidos de la hemodiálisis.
  • Control. Ya que la presión arterial y la frecuencia cardíaca pueden fluctuar a medida que el exceso de líquidos se extrae de tu cuerpo, tu presión arterial y frecuencia cardíaca se controlarán varias veces durante cada tratamiento.
  • Finalización. Cuando se completa la diálisis, se retiran las agujas del sitio de acceso y se aplica un vendaje a presión para evitar el sangrado. También podría registrarse tu peso otra vez. Luego, puedes ir a donde quieras y retomar tus actividades cotidianas hasta la próxima sesión.

Resultados

Si tuviste una lesión renal repentina (aguda), podrías necesitar hemodiálisis solo durante un breve período hasta que tus riñones se recuperen. Si tu función renal se redujo antes de una lesión repentina en tus riñones, la probabilidad de una recuperación completa e independencia de la hemodiálisis se reduce.

Aunque es más frecuente la hemodiálisis tres veces a la semana realizada en el centro, algunas investigaciones sugieren que la hemodiálisis en el hogar está vinculada a lo siguiente:

  • Mejor calidad de vida
  • Mayor bienestar
  • Menos síntomas y menos cólicos, dolores de cabeza y dificultad para respirar
  • Apetito, patrones de sueño, nivel de energía y capacidad para concentrarse mejorados

El equipo de atención de hemodiálisis controla tu tratamiento para asegurarse de que recibes la cantidad correcta de hemodiálisis para eliminar los desechos suficientes de tu sangre. Tu peso y presión arterial se controlan cuidadosamente antes, durante y después de tu tratamiento. Aproximadamente una vez al mes, te harán estas pruebas:

  • Análisis de sangre para medir el índice de reducción de urea y la eliminación de urea a fin de analizar qué tan bien la hemodiálisis elimina los desechos de tu cuerpo
  • Evaluación de la química sanguínea y evaluación del hemograma
  • Mediciones del flujo sanguíneo a través de tu acceso durante la hemodiálisis

Tu equipo de atención puede ajustar la intensidad y frecuencia de la hemodiálisis basándose parcialmente en los resultados de las pruebas.

Entre tratamientos

Entre los tratamientos de hemodiálisis, puedes ayudar a alcanzar los mejores resultados posibles de la hemodiálisis si realizas lo siguiente:

  • Comer los alimentos correctos. Al comer correctamente, puedes mejorar los resultados de tu diálisis y tu estado de salud en general. Mientras recibes hemodiálisis, necesitarás controlar atentamente tu consumo de líquidos, proteínas, sodio, potasio y fósforo. Un dietista puede ayudarte a desarrollar un plan de alimentación individualizado según tu peso, tus preferencias personales, el grado de función renal y otras enfermedades, como la diabetes o la presión arterial alta.
  • Tomar los medicamentos según lo recetado. Sigue atentamente las instrucciones de tu equipo de atención médica.
  • Permitir que tu equipo te asista a través de la discusión de tus preocupaciones. Tu equipo de atención médica puede presentarte opciones y ayudarte a abordar tus inquietudes.

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