Nefrología desde una perspectiva de género
La nefrología, a diferencia de otras especialidades, no ha prestado gran atención a investigar la
existencia de sesgo de género en la enfermedad renal, y solo algunas publicaciones recientes
analizan este tema.
En este capítulo se ilustra, a propósito de dos casos —la enfermedad renal
crónica (ERC) y el tratamiento renal sustitutivo (TRS) —, la relevancia de la incorporación de la
perspectiva de género en nefrología.
La ERC es un problema de salud pública mundial con importantes implicaciones.
Las principales diferencias encontradas entre sexos afectan a la prevalencia de la ERC, mayor en las mujeres que en los hombres, especialmente en estadio 3, y se atribuye a los efectos de la mayor esperanza de vida unida a una menor progresión de la ERC en las mujeres, pero también a un posible sobrediagnóstico de la ERC en las mujeres debido a la inexactitud de las ecuaciones que miden el filtrado glomerular.
Existen diferencias en cuanto al acceso de la mujer al TRS y su calidad: las mujeres acceden menos a diálisis y trasplante, lo hacen con más frecuencia a través de un catéter y tienen más riesgo de infradiálisis, lo que puede afectar a la mortalidad.
Son donantes vivas con más frecuencia que los hombres, pero tienen menos posibilidad de recibir un trasplante.
En pacientes con ERC prediálisis, la mortalidad es más alta en los hombres que en las mujeres, pero esta diferencia desaparece al iniciar el TRS.
Por último, las mujeres tienen peor calidad de vida relacionada con la salud e informan de una mayor carga de síntomas.
En el trasfondo de estas diferencias se mezclan causas biológicas, pero también factores
que pueden ser modificados para evitar la desigualdad de género en la ERC y que son áreas de
mejora.
La enfermedad renal crónica (ERC) es un problema de salud pública mundial que afecta al 10% de la población adulta, de la cual la mitad son mujeres, cuyo impacto sobre los pacientes y las familias es devastador, y se encuentra entre las 20 primeras causas de muerte en todo el mundo1.
En 2018, el Día Mundial del Riñón y el Día Internacional de la Mujer han coincidido, ofreciendo así la oportunidad de reflexionar sobre la importancia de la salud de las mujeres y específicamente de su salud
renal2.
Las diferencias en la prevalencia, las tasas de progresión, el tratamiento y los resultados en la enfermedad renal pueden surgir por diferencias biológicas (relacionadas con el sexo y, por tanto, no evitables), pero también por atributos socioculturales de la masculinidad y la feminidad (diferencias
de género) según los cuales los hombres y las mujeres pueden ser tratados/as o podrían hacer frente a su enfermedad de una manera diferente.
Conocer estos factores resulta de vital importancia en la toma de decisiones para evitar la desigualdad de género.
En nefrología no existen, como en otras especialidades, estudios específicos destinados a analizar la existencia de sesgo de género en la investigación médica, y solo algunas publicaciones recientes analizan este tema3,4.
El único dato disponible al respecto es que el porcentaje de mujeres incluidas en los principales ensayos clínicos de las últimas dos décadas variaron del 31% al 57%, cifras similares a la distribución mujer:hombre en diálisis (40:60), y solo el 30% de los estudios informaban de diferencias por sexo4.
Diferencias relacionadas con el sexo en las enfermedades renales.
La proporción de mujeres con ERC es mayor que la de hombres en la mayoría de los países (con la excepción de Japón y Singapur)5.
Se desconocen las causas, aunque existen varias hipótesis.
La mayor prevalencia de la ERC en las mujeres puede deberse a su mayor esperanza de vida y de llegada a la edad de riesgo de ERC, o a la inexactitud de las fórmulas que estiman el filtrado glomerular renal (FGR), que las clasifican en un grado de ERC más grave que el real6.
La insuficiencia renal aguda, la reagudización de la ERC, la susceptibilidad a los nefrotóxicos y la
progresión de la función renal parecen ser más rápidas en los hombres que en las mujeres7.
Esto se atribuye a factores hormonales (el estradiol en concentraciones fisiológicas tiene un efecto nefroprotector, mientras la testosterona ejerce un efecto contrario8), pero también a la mayor
frecuencia de patología prostática y de eventos cardiovasculares, y del uso de contraste en los hombres9.
Algunas enfermedades renales muestran diferentes prevalencias y manifestaciones clínicas según el sexo.
Las glomerulonefritis son hasta un 30% más frecuentes en los hombres, y en España, las enfermedades renales más frecuentes encontradas en las mujeres son lupus eritematoso sistémico (14%), glomerulonefritis IgA (9%) y glomerulonefritis membranosa (8%).
Si comparamos el resultado frente a los hombres, existe más incidencia en el sexo femenino en el caso del lupus (13,7 vs. 2,9), la vasculitis (7,7 vs. 6,2) y la glomerulonefritis IgA (7,7 vs. 6,3)10.
Por otra parte, la litiasis renal es más frecuente en los hombres que en las mujeres (prevalencia: 11% vs. 7%; incidencia: 140 vs. 66/100.000), y solo en ellos la ingesta de calcio supone un incremento del riesgo11, lo que no se observa en las mujeres.
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